viernes, 4 de diciembre de 2009

soñe contigo


Anoche tumbada en mí cama cerré los ojos por un momento y te imagine cerca de mí, tumbado a mi lado mirándome sin articular palabra. Yo te observaba, fijándome en cada minúscula parte de tu rostro.

Tus ojos abiertos de color caramelo, con mirada tranquila y cariñosa, tus labios cerrados pidiendo un beso desesperado, tu pelo perfectamente peinado.

De repente tu mano cogió la mía muy lentamente, un escalofrió recorrió mi cuerpo, la textura suave y cálida de tu piel hizo que sintiera mil mariposas revoloteando en mi estomago. Sin ser consciente mi mano empezó a acariciar tu rostro muy despacio, sintiendo cada milímetro de tu piel.

Por un momento creí estar volando sobre una nube, sin que nadie pudiera decir nada, como si solo existiéramos tú y yo en el universo.

Me cogiste para ponerme en pie, todo parecía ir a cámara lenta. Me abrazaste con fuerza pero sin cambiar tu expresión serena y de paz. Cogiste mi rostro entre tus manos para que mi mirada se cruzara con la tuya, besaste mi frente y volviste a abrazarme, esta vez lo hiciste con más cuidado y cariño.

Mi cuerpo estaba totalmente congelado, sin permitir que realizara algún movimiento, mi mirada se perdió en tus ojos y mis labios quisieron hablar si conseguirlo.

Volviste a tumbarme, colocando mi cabeza en tu pecho y me abrazaste con un brazo protegiéndome del frio y dándome tu calor. Nos quedamos así sin decir absolutamente nada. Era como si estuviéramos en el lugar del que no queríamos irnos nunca. Cogiste una bocanada de aire inmensa para decir algo, lo hiciste susurrando cerca de mi oído y cogiendo mi mano.
-te quiero
Todas las moléculas de mi cuerpo se paralizaron, mis ojos se cerraron dejando caer una pequeña lágrima, la respiración se me acelero y el corazón quiso salir de mi pecho revolucionado.
Mire tus ojos, para creerme que de verdad eras tú. Entonces tus labios rozaron los míos provocando el mejor beso que se haya escrito a lo largo de la existencia del mundo en el que vivimos.